Todos somos hombre y mujer.
 
1.
Todos somos hombre y mujer.
Nos han enseñado a escuchar una voz y a callar a las otras.
Somos dualidad, y de esa dualidad nacen otros.
Somos la vida misma reproduciéndose constante y polifónica.
¿Por qué querríamos escuchar una sola voz dentro de este universo que aguarda nuestro cuerpo?

2.
Cuando tenía cuatro años mis abuelos me regalaron una Barbie Novia para navidad, una muñeca rubia con vestido blanco y velo. Mis tíos me llevaron un regalo más tarde y era la misma muñeca. Supongo que estaba de moda o de oferta. No lo sé. Lo cierto es que ahí estaba yo con mis cuatro años enfrentándo me a la idea de matrimonio frente a dos barbies de sonrisa inerte. Naturalmente jugué a que se casaban y se amaban, y eran felices.

3.
Es extraña la palabra orgullo. No sé si la he sabido usar bien, no sé si significa lo que pienso, lo cierto es que a veces cobra brillo y es un talismán que cuelga del pecho de la dignidad y de la identidad.

4.
La pasión, la calma, la vitalidad, la felicidad, la confianza, la fantasía.
Así se traducen los colores de la bandera LGTB, así de humanos y de propios. La reunión de los colores, las franjas horizontales, nos recuerdan que los ideales de lo humano, lo que se busca en esencia, nos hace iguales.

5.
Nada debe interponerse entre dos cuerpos que se acercan por el llamado de su alma.

6.
Dejarse atravesar por la luz, por la tibieza, ser el agua suspendida que aguarda el momento preciso en el que el sol alargue sus inmensos de dos y entonces, acudir al nacimiento del arcoíris. Si eso no es amor no sé que pueda llegar ser.