Soy Juan y entre las muchas cosas que soy, soy un hombre homosexual. 
 
De ser un hombre homosexual, no estoy ni avergonzado ni orgulloso, porque no es algo que yo decidiera. De lo que sí estoy orgulloso, y mucho, es de haber tenido el valor para aceptarlo y asumirlo, pese a y en contra de todos esos valores que me fueron impuestos solo porque alguien que nunca conoceré en algún momento así lo decidió.

De lo que sí estoy muy orgulloso es de poder escribir esto hoy y de asegurarle a todos esos adolescentes (y quizá algunos adultos) que -como me pasó a mí por demasiado tiempo - se sienten culpables, malos y sucios por el simple hecho de no ser heterosexuales, que no tiene nada de malo amar a quien quieran amar ni disfrutar el cuerpo de quien deseen y los desee de vuelta; de lo que sí estoy muy orgulloso es de poder dar testimonio de que uno puede, aunque cueste, vivir su vida como mejor le convenga y sentirse no por encima de nadie, pero sí a la altura de cualquiera, porque la sexualidad es simplemente un aspecto más en el que uno tiene todo el derecho a sentirse completo y realizado sin que nadie más se entere (a menos que uno quiera); de lo que sí estoy orgulloso es de aseverar y luchar porque todos sepamos que no por ser un hombre homosexual estoy condenado a vivir los estereotipos que la sociedad impone ni tengo por qué tolerar insultos ni burlas.
 
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